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ISSN 1989-4163

NUMERO 24 - VERANO 2011

Jaque Mate..., y Presidente

Joaquín Lloréns

Autor: Carlos Lleras. Editorial: Urbis tertium. 2011. 224 páginas. 17 Euros

Carlos Lleras es un seudónimo tras el que se sospecha que se oculta un periodista colombiano. Este hecho, aparentemente baladí, cobra su importancia cuando uno llega al final de su novela y comienza a comprobar inquietantes similitudes entre la ficción que relata y diversos hechos sangrientos que se han producido durante la última década en Colombia.
La historia arranca con el secuestro de un periodista, Héctor Figueroa, por parte de un grupo de paramilitares-narcotraficantes en un ficticio país de Sudamérica: Americia.

En la primera parte del libro, Carlos Lleras relata con una verosimilitud muy bien documentada desde el punto de vista sicológico las primeras fases de pánico, desconcierto y terror que el secuestrado sufre las primeras semanas de cautiverio. El hambre, el frío y el maltrato hacen que la víctima llegue a desear la muerte como única escapatoria viable a su horrible e inmerecido destino, ya que su familia carece de fortuna que puedan canjear por su vida.

Sin embargo, a los tres meses de su secuestro, ya adaptado a su desgraciada circunstancia, uno de los jefes de los paramilitares, Miguel “El balas”, le reconoce como oriundo de Macando, ciudad en la que él mismo nació. Desde ese momento, la vida de Héctor Figueroa en el campamento da un giro de noventa grados y se le permite cierta libertad de movimientos, llegando a compartir mesa con “El balas”. Durante una de esas comidas, “El balas” bebe hasta emborracharse y le cuenta a Carlos la historia de su vida y su “destino ajedrecístico”, como él lo llama.
Nacido en la pobreza y condenado a la miseria, topa al final de su niñez con el sacerdote jesuita de origen gallego Raimundo Lastre, quien lo toma bajo su tutela y prohíja con el desvelo de un padre. Le da a leer los textos de los maestros, le enseña a jugar al ajedrez y le promete una futura beca para poder cursar estudios universitarios. Pero un ataque a la población llevada a cabo por los paramilitares tiene como objetivo el asesinato del sacerdote. “El balas”, rota su esperanza de futuro, decide vengarse y, para ello, y hasta los dieciséis años, establece un inmisericorde plan de asesinatos que le permitan llegar a ser Presidente del país y, desde esa situación, ajusticiar a todos los responsables de aquel injusto asesinato. Al principio, Carlos Lleras piensa que escucha los desvaríos de un borracho, pero “El balas” le confiesa cómo ha ido asesinando los ocho peones hasta lograr su primer puesto de mando entre los paramilitares. Cómo ha matado a cuatro de sus competidores, alfiles y caballos, para estar ya segundo en la cadena de mando. Y cómo espera matar a dos jueces  (torres), un ministro (la reina) y, finalmente, ya dentro del ejército, al Presidente, apareciendo como salvador del pueblo.

Afortunadamente para él, “El balas” no recuerda al día siguiente nada de su confesión, y a cambio de un compromiso de lealtad eterna y el pago de diez mil dólares que su familia consigue a través de un crédito bancario, Héctor Figueroa es liberado.

Al cabo de dos años de seguir Héctor desde la distancia cualquier noticia que produzca sobre “El balas”, éste parece haber desaparecido del país, pero un juez del Tribunal Supremo es asesinado y, al ver las imágenes del entierro, Héctor reconoce en una de las imágenes a “El balas”, vestido con el uniforme de coronel del ejército. Entre el pánico a denunciarlo y la responsabilidad de salvar a su país de lo que prevé un futuro magnicidio y un golpe de Estado encubierto, decide hacer lo único que sabe: escribir un relato de ficción bajo seudónimo y publicarlo en el extranjero, con la esperanza de que los servicios secretos adivinen la realidad del mismo y frenen los criminales planes de “El balas”.

Así termina el libro, y es entonces cuando el lector comienza a dudar. Si uno se cree las suposiciones que se hacen sobre la nacionalidad del autor –colombiana- y busca por las hemerotecas, acaba encontrando un subalterno de Víctor González –el famoso paramilitar- que tiene una biografía sospechosamente similar al de “El balas”. Del mismo no se tienen imágenes, y desapareció en la nada hace tres años. Este año, en marzo, ha sido asesinada la jueza Penal Especializada en Saraneva. ¿Ficción? ¿Horripilante biografía? ¿Advertencia? El tiempo lo dirá.

Jaque mate

 

 

 

 

 

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